Una vida selecta

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Y ahí estábamos nosotras 5, Clu, Núria, Maria, Mar y yo, corriendo calle abajo y gritando de felicidad. Lo primero que hicimos nada más salir por la puerta del instituto fue fumarnos algo que pretenden legalizar por cuestiones económicas, salíamos del último examen de selectividad y entonces comprendimos a qué sabía la felicidad.

Nos subimos al coche de Núria todas menos Mar, dejamos a Clu en la estación de tren y las 3 que quedábamos llegamos a casa entre gritos y bailes estúpidos, que obviamente grabamos, a la vez que acabábamos de planear qué haríamos por la noche. Cada una pasó la tarde haciendo el perro y sintiéndonos ,a la vez que felices, algo perdidas por eso de que llevábamos un mes dedicándonos a poco más que estudiar como si no hubiera un mañana. A las 21:30 salí de casa en dirección casa de Maria, una vez allí Maria, Mar(que ya estaba allí) y yo brindamos con cerveza y nos dirigimos hacia el ya famoso xiringuito X, llevábamos una mochila con una toalla, dos botellas de vodka, las pegatinas identificadoras de la selectividad y dos botes de pintura fluorescente, además de muchísimas ganas de pasarlo en grande.
Sabíamos que Clu no vendría y que Núria llegaría tarde, así que nos lo tomamos con calma y fuimos todo el camino hablando de estupideces y de cosas no tan estúpidas.

Cuando llegamos por fin, nos sentamos en la arena y cenamos algo, al terminar nos faltó tiempo para abalanzarnos sobre la botella y empezar con los cubatas. A los dos minutos se nos acercó un chico preguntándonos si teníamos tabaco y entablamos una corta pero maja conversación, cuando se fue continuamos con lo nuestro, pero antes de que pasaran cinco minutos, se nos acercó otro chico preguntando por lo mismo, a lo que yo, sin pensármelo mucho ni mirar al chaval dije "Joder, hoy nos han visto cara de estanco" entonces me giré y le miré a la cara esperando un fruncimiento de ceño o algo por el estilo, pero a los dos se nos quedó cara de sorpresa, aquel chico tenía un par de años más que yo y le conocía desde hacía varios años, era Uri, un chaval del pueblo que tenía una hermana y una prima un año más pequeñas que yo y con las que jugaba cuando tenía 7-8 años. Después de los besos y los abrazos pertinentes, nos invitó a unirnos a su grupo, donde estaba el chico de antes que por cierto no me quitaba el ojo de encima. 
Bebimos, fumamos y nos reímos en cantidades ingestas, entonces llegó Núria con Iñaki, quiénes también conocían a Uri. Seguimos con el mismo ritmo, todas tenían pareja excepto Maria y yo, quiénes no dudamos en dejarnos querer un rato, ella por Uri y yo por su amigo. El reggae sonaba, los cigarros aliñados volaban a mi alrededor y las botellas se iban vaciando lentamente, nuestras risas eran cada vez más audibles y cada segundo que pasaba nuestro punto de equilibrio se encontraba más inestable. Mar se fue a buscar a su novio y cuando me quise dar cuenta allí solo quedábamos mi acompañante y yo, quienes nos estiramos a mirar las dos o tres estrellas que iluminaban la noche y la luna llena.
Maria Núria Mar Yo
Cuando nos quisimos dar cuenta nos habíamos acabado las botellas y la caja de aliño estaba vacía, la música se acababa y los botes de pintura estaban muertos también después de que Maria y yo quedásemos como dos Picasso, ella fue pintada por Uri y yo por su amigo y mi acompañante Manel. Y no hablemos de las pegatinas identificadoras de selectividad, las cuales llevábamos pegadas por el cuerpo.
S'14
Cuando la música se acabó y nuestros cuerpos casi no se podían ni levantar de la arena, alguien decidió que era hora de irse, cosa que yo no quería,pero quería menos tener que volver caminando, así que no me opuse a la decisión. Nos despedimos amorosamente de todos y las 4 selectas e Iñaki nos subimos al coche.
Núria condujo cómo si aquello fuese una rally y Mar y yo, las cuales íbamos lo bastante perjudicadas, nos decojonamos durante todo el trayecto como si aquello fuese el mejor chiste del mundo.
Me dejaron en la puerta de casa y entré dando tumbos y cantando, me descalcé, desayuné y me hice otro cigarro aliñado que me fumé mientras leía un libro -sí, me puse a leer a esas horas intempestivas mientras me fumaba un porro- cuando me acabe aquello que me fumaba, cerré el libro y miré las fotos de aquella noche, apagué el Ipod y me quedé dormida.
A la mañana siguiente, curiosamente,  no me dolía la cabeza, se me habían despegado las pegatinas que indicaban que era selecta y seguía pareciendo un Picasso.

Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado
Frederich Nietszche

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