IDFC
La vida sigue, los segundos corren junto al minutero del
reloj, pero yo sigo aquí, estática, mirando al frente y en blanco, haciendo lo
que debería, pero sin estar. Intento correr, pero no puedo, me lo impide el
peso, la conciencia, no lo sé, pero no puedo avanzar por mucho que lo intento.
Estoy varada en la orilla de alguna playa desierta y nadie va a venir a
rescatarme, sin embargo no me importa, ya nada lo hace. Mi ilusión voló junto a
los últimos rayos de sol que nos dejó el verano y ahora, la húmeda lluvia me
cubre los pies y poco a poco va subiendo, lentamente, sin prisa alguna, pero
sube.
Mientras, yo miro al horizonte y fantaseo con un futuro que
se alimenta de un pasado incierto, lleno de idealizaciones, lleno de
desalientos, de frustraciones. Ahora dime ¿qué hago? Porque me siento tan
perdida que no se hacia dónde ir o qué hacer. Nada me alimenta y nada me da
vida, me dejo hacer, como un trapo viejo que sirve para nada y para todo. He
dejado de mostrar interés, de imaginar, de fijarme en los detalles e incluso
creo que estoy dejando de soñar.
He llegado a un callejón sin salida pero me empeño en
cruzarlo. Tal vez me estoy muriendo, si es así solo puedo decir una cosa, lo
siento.
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