Después de tanto tiempo escondiéndome entre las sombras y corriendo tras el viento cuando me llamaba, he vuelto a encontrarme con la misma piedra, aquella a la que rechacé un día entre lágrimas y sollozos que oculté entre las vías del tren. Ahora me tiendo en la cama y evoco al pasado imaginando un futuro perfecto e incierto.

Me persigue la eterna duda entre decirte lo que siento, a bocajarro, sin contemplaciones como un dardo que te atravesaría sin más clavándose en ti cual aguijón; o dejarlo pasar y esperar a que seas tú el que vuelva a mi otra vez y mientras, hacer lo de siempre, ir de aquí para allá como las hojas siguen el ritmo del viento.

Tampoco creo que nos vayan las ataduras tensas, si algo somos ambos es libres. A veces echo de menos las bromas absurdas y la risa sorda que las sigue levitando en el ambiente. Saber que voy a tener algo que hacer en todo momento, tenerte cerca, dando vueltas a mí alrededor.

No es que me haya vuelto loca de repente, simplemente he empezado a leer entre líneas y ver más allá. Ahora pesan más ciertas sonrisas, ciertos codazos en el momento indicado, ciertas bromas. Los detalles han tomado importancia con el paso del tiempo, año tras año. Cada recuerdo pesa.

Sin embargo no puedo prometerte un mañana soleado y sin nubes en el horizonte. Porque si lo hiciera, mentiría. No sé qué pasará mañana, no sé si querré seguir levantándome con el pie derecho o si decidiré hacerlo con el izquierdo, solo sé que ahora mismo me encantaría tenerte revoloteando alrededor.

Siento si llego tarde, créeme llevo mucho tiempo pensándome esto antes incluso de poner ni una letra sobre el papel. Pero es ahora cuando soy capaz de verlo. Tarde y mal como siempre, pero lo veo. No creo que nada pueda durar para toda la vida, pero sí creo que podría sonreír a tu lado durante mucho tiempo.

You know I’m sorry cause you always know.