Whisper
Llevaba casi tres horas sentada en aquella silla y empezaba
a notar el hierro de la espalda clavarse en sus riñones, se revolvió en el
sitio y arrugó la cara mientras se acomodaba inútilmente. Notó una suave
caricia en la pierna derecha, se volvió y entonces una aterciopelada voz
penetró en su oído.
No le importó haber distinguido el mensaje o no, un
escalofrío se deslizó por su espalda como un tobogán, el susurro se clavó en su
mente y algo la sacudió. El calor del aliento le erizó el bello, aumentó el
latido de su corazón y disparó la temperatura de su cuerpo. Irguió la cabeza,
entrecerró los ojos y entreabrió los labios humedecidos. Sus pies se cruzaron
inconscientemente y un hormigueo se aposentó en su estómago, le temblaron las
orejas y se le unieron las manos al baile, que reposaban sobre sus muslos.
Se giró a la derecha lentamente, fijando la vista en los
labios que daban una fluidez y un tono único a aquellas palabras que no era
capaz de saber si comprendía. Los admiró con deseo, ladeando la cabeza y dando
rienda suelta a la imaginación. Pero entonces algo rompió la magia y la obligó
a mirar al frente devolviéndola a la realidad, estaba en clase de literatura y
su compañera se quejaba de lo pesado que estaba siendo el profesor. Recobró la
compostura y tragó saliva creyendo que así recuperaría la dignidad, asintió
mientras anotaba algo en su cuaderno con tal de disimular y suspiró.
Pasó el resto de la clase mordiéndose el labio y jugando con
los dedos debajo de la mesa, fantaseando en la sala del final del pasillo, pensando
en lo ocurrido y dándose cuenta de que a veces las cosas más increíbles suceden
sin más.
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