Hoy buscando canciones he vuelto al pasado, a cuando aún creía que la mayoría de la gente era buena, cuando soñaba a lo grande y sin miedo, cuando creía que a día de hoy volaría más alto, casi tocando el cielo con la punta de los dedos. Esa canción con la que tantas veces me quedé dormida, algunas llorando por lo que no creía que era el amor y sin embargo fue lo más parecido a ello que he podido conocer.

Me recuerdo echada en la cama, escuchando aquel piano una y otra vez, me sabía la letra de memoria y la cantaba sin mover los labios. Era invierno. Cerraba los ojos y sentía que me elevaba y volaba junto al tarareo de las voces. Lejos. Donde nadie conocía mi nombre, ni mi historia. Donde nadie podía juzgarme porque no me conocía en absoluto.

Todo queda lejos ahora, parece una nube de humo gris, puedo jugar con ella, pero no puedo cogerla. Tampoco es que quiera, la inocencia duele. Ahora el gris no es tan oscuro, a veces incluso se puede ver el sol. La realidad me ha cazado y ya no sueño tan lejos del suelo, piso seguro. No es que haya dejado de caer, pero ahora cuando lo hago sé cómo levantarme.

También se ha desvanecido la magia, ya no hay príncipes por los que luchar, solo personas interesantes que pueden acompañarte a ratos. Nada es como decía ser, pero una vez te acostumbras, no está mal.