Es 31 de diciembre y ayer me dormí pensando en ti. No fue como siempre, como cuando te imagino a ti y yo te miro desde una lejanía cercana, observando cada detalle de tus ojos, de tus labios. Anoche no, anoche nos imaginé a los dos, a ti acariciándome lentamente el muslo mientras yo te quito la camiseta, a ti quitándome la mía, a mí besándote el cuello, a ti besándome el mío. Pude oír perfectamente tu respiración entrecortada besando mi oreja, provocando un aleteo en mi estómago que me agita aunque intente reprimirlo. Y me dejo llevar y te muerdo, me miras como lo hace un depredador al ver su presa, sediento de más, pero voy a jugar y te la devuelvo. Bailamos la misma pieza y nos deslizamos por ella acentuando los glissando, al mismo tempo, en sintonía, hasta que llegamos al clímax e interpretamos una coda perfecta. Es tarde, mañana más.