Las expectativas crecen por segundos, la adrenalina te recorre las venas en forma de subidón, la música te traspasa todo el cuerpo. Echas mano al bolsillo derecho del pantalón, percibes una bolsita y sonríes al aire, definitivamente, está subiendo.

No puedes parar de moverte y tu sonrisa es la más expresiva que has dado nunca, te mueres por bailar y de hecho no puedes parar de hacerlo. Te mueves al ritmo de los bajos, tienes la sensación de que la música no para de subir el volumen, se te eriza el vello, y entras en éxtasis, te disparas, es una salida sin retorno, solo quieres más y más, no puedes parar, has desatado la bestia, tampoco quieres pararla, adoras esa sensación. Es mejor que un orgasmo, que el mejor polvo de tu vida, mejor que la libertad, mejor que la vida. Eres adrenalina en estado puro, mueves la cabeza de un lado a otro, sientes que no hay nadie a tu alrededor pese a estar aquello lleno de gente, es la mejor sensación que has experimentado y experimentarás en la vida y no quieres que aquello termine jamás.

Te quema el cuerpo, te estás transportando a un mundo mágico donde reinan las luces de  colores, sientes un beso en el cuello, quieres más, te giras y sigues aquel juego, estas en un punto donde el retorno va ha ser complicado, te sientes más vivo que nunca, que tus pulmones se llenan de aire, sientes el latido de tu corazón, va a estallar de alegría, emoción, éxtasis, sientes que te rompes por dentro, gritas y sucumbes a la fuerza del poder, te dejas llevar, perdido, ha llegado la culminación.

Se acerca el fin.